Lobo, Limpiador y Llorona: El Mito
Lobo, Limpiador y Llorona
En esta sección se muestra la mitología detrás de la obra.
Todo comienza con la Madre tejedora y la creación de estos tres Dioses:
Oscuridad y silencio, la nada. Poco a poco se empieza a escuchar el sonido rítmico de dos agujas chocando rítmicamente sin interrupciones, caos de telas entretejidas, en medio de la tela hay un árbol enorme, fuerte y con grandes raíces, sobre él está la madre tejedora siendo una misma con el todo, tejiendo sin parar.
Del árbol brotan semillas de todos los colores, formas, olores y sabores. Algunas son grandes, otras brillantes, pero todas diferentes. Las semillas son tejidas con cuidado y amor, ninguna cae, solo se convierten en parte del árbol cuando alcanzan su madurez.
Cada una de estas semillas tiene un potencial único, e irrepetible. En una rama alejada al centro, había una semilla oscura y con grietas que emitía una luz azul, fue creada con mucho cuidado por su fragilidad. Su don era el de la creación.
Esta semilla anhelaba poder soltarse de la rama que la mantenía presa, siempre que intentaba soltarse de su rama, sacudía tan fuerte el árbol que la madre tejedora tenía que parar un momento para zurcir cualquier daño y asegurarse que la semilla seguía en su lugar.
Mientras que del otro lado del árbol la semilla blanca, que era casi imposible ver directamente, emitía su propia luz y era una de las más importantes por ser la única capaz de desprenderse del árbol maternal de manera autónoma.
La semilla de las grietas miraba constantemente a la semilla blanca, y anhelaba tener su don, así que poco a poco fue acercándose a esta semilla le prometió construir un nuevo espacio a su lado, para la existencia y para la no existencia; un lugar donde no hubieran mandatos que recibir.
Mientras tanto, la paz reinaba y el sonido rítmico de las agujas era casi melódico. La semilla con grietas logró convencer a la semilla blanca y esta aceptó compartir su don, entonces repentinamente un rayo salió de semilla blanca y recorrió todo el árbol hasta llegar a la otra semilla, ambas se estremecieron sacudiendo el árbol violentamente.
La semilla blanca ya no tenía ese brillo característico y cegador, y la luz de la semilla con grietas ya no era azul, ahora era naranja.
Una vez que el caos pasó, la semilla de las grietas con su nuevo “libre albedrío” se desprendió del árbol cayendo a la infinitud de la nada, traspasando las raíces del árbol maternal mientras decía: “Creceré pero no será en tu árbol”.
La semilla con grietas una vez liberada descendió y comenzó a desarrollar su don, ella sola.
Cayó y cayó hasta que al parar creó una explosión tan fuerte que la madre tejedora estuvo apunto de caer del árbol.
Una vez en la nada, su nada la semilla dijo “yo soy el mundo” y lo fue, la energía que llevaba siglos generando estertores en la semilla, ansiosa por salir fue generando tanta presión que la semilla entonces se partió en dos y de en medio salió el todo.
Primero todo fue oscuridad, era otro tipo de nada, hasta que el mundo se dio cuenta de que en medio de toda esa oscuridad había algo, una luz que le acompañaba en su soledad, esa luz no fue creada por el mundo, esa luz ya estaba en el mundo, así que este decidió llamarla Luna. El mundo creaba sin control, creaba a su antojo, era una energía jovial, pero solitaria, muchos siglos pasaron y el mundo creaba y creaba, siempre en compañía de la Luna.
Mientras tanto, luego de la explosión del mundo, Madre tejedora por primera vez en toda su existencia, soltó sus agujas, bajó de su rama y fue hasta donde estaba la semilla blanca, no dijo nada, solo sacó un cuchillo y cortó a la semilla del árbol, esta no cayó, quedó suspendida en medio de la nada, hasta que con una voz sentenciosa esta dijo “ahora eres desterrada, serás la muerte y vivirás en el mundo para corregir sus errores como si fueran los tuyos por toda la eternidad” y una vez terminadas estas palabras, la semilla cayó en el mundo.
La Muerte sin siquiera anunciarse y sin hacerlo voluntariamente empezó a hacer su trabajo. Cuando el mundo percibió esta nueva energía que limpiaba/mataba supo inmediatamente quién era porque lo que la muerte borra, el mundo ya no lo puede crear, hasta ese momento en la existencia no había habido nada que frenara al mundo como la muerte.
El mundo y la luna se hicieron uno y de esa unión nació una niña, en medio de la oscuridad una niña nacida del amor y de la soledad, cuyo don era la adivinación, entonces el mundo la pronunció “tú eres nuestra guardiana, eres la patria” y así fue. Su abuela era la madre tejedora. Una tela invisible conectaba a la madre creadora, atravesaba al mundo y terminaba en la patria, La muerte presenció ese momento de condena para aquella niña y decidió llevarla con una familia humana.
La patria era una diosa semiterrenal que por su ascendencia podía vivir siglos, pero al haber nacido en el Mundo poseía características de los mortales; podía sentir. La niña creció y al paso del tiempo se convirtió en una madre, el mundo vivía a través de ella su deseo de habitar su mundo y poblarlo.
Para evitarle sufrimiento a la patria, la muerte decide confesarle que el mundo fue partícipe de su existencia y por lo tanto fue quien pronunció su destino inamovible como la cuidadora. La patria sólo lo guardó en su memoria y tomó su distancia.
La muerte y la patria se entendían, habían creado un vínculo de confianza, ambos llevaban una carga que no pidieron, una condena. La muerte sentía una energía maternal de la Patria, era un atisbo de una madre que no la apartaría, en esta ocasión no sería desterrada. Para la patria, la muerte es una acompañante eterna y fiel.
El mundo envidiaba a la patria porque ella podía vivir en el mundo, ella podía experimentar el mundo como un ser del mundo. Mientras que el mundo al traicionar a la madre creadora recibió la condena de nunca poder habitarse por completo, siempre abismar sus propios mundos, ser el abismo de sus propios mundos y nunca ser nada concreto siempre estar en medio de los conceptos.
La patria sin saberlo, rompió las expectativas del mundo sobre ella, fue juzgada y humillada en su propia nación por no ser la cuidadora que estaba destinada a ser y se convirtió en la Llorona. Al mismo tiempo que el mundo se pronunciaba el conquistador.
La Llorona cada vez hacía más consientes sus habilidades adivinatorias y encontró que a diferencia de las vidas terrenales, su cuerpo envejecía lento. Fue entonces que después de acertar en tantos escenarios futuros, logró vislumbrar el día en que su condena terminaría y entonces nació rÉQUIEM PARA LAS DEBUTANTES
Estos tres personajes: el Lobo, el Limpiador y la Llorona piensan que rÉQUIEM PARA LAS DEBUTANTES será la última ocasión en que repetirán la misma historia, pero recordemos que cada personaje tiene una condena, y condena no es sinónimo de libertad.
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